Cuando escuchamos la palabra "himno", muchos pensamos automáticamente en el himno nacional, cantado con solemnidad en eventos oficiales o deportivos. Pero ¿sabías que el concepto de "himno" ha cambiado profundamente a lo largo de los siglos? Y en el caso de España, ¿te has preguntado por qué su himno no tiene letra?
¿Qué es un himno y cómo ha evolucionado?
El término "himno" proviene de la antigua Grecia, donde designaba poemas acompañados de música para alabar a dioses, héroes o conceptos sagrados. Aunque los himnos griegos no influyeron directamente en la música occidental, sí establecieron la base de lo que luego evolucionaría.
Durante siglos, especialmente desde el nacimiento del cristianismo hasta el siglo XVIII, el himno se entendía casi exclusivamente como una forma musical litúrgica, integrada en el rito cristiano. Eran piezas repetitivas, fáciles de aprender y cantar, diseñadas para ser memorizadas por el pueblo, lo cual las hacía herramientas muy eficaces para la difusión de ideas religiosas.
Con el tiempo, este formato se adaptó a nuevas funciones. A partir del siglo XVIII, comenzaron a surgir himnos no solo religiosos, sino también militares, patrióticos, deportivos o institucionales. Todos ellos comparten una estructura común: música estrofa repetitiva, contenido de alabanza y un fuerte valor simbólico. De ahí que hoy definamos "himno" también como el símbolo musical de identidad de una nación, región, institución o colectivo.
La historia del Himno de España: una marcha sin letra
El Himno Nacional de España, conocido como la Marcha Real, es uno de los pocos himnos nacionales del mundo que no tiene letra oficial. Esta singularidad ha sido motivo de curiosidad (y a veces confusión) tanto dentro como fuera del país.
Orígenes militares
La historia documentada del himno se remonta al siglo XVIII. El compositor andaluz Manuel Espinosa de los Monteros, músico de la Real Capilla y oboísta de cámara del rey, incluyó una marcha conocida como "la granadera" en su Libro de la ordenanza de los toques de pífanos y tambores (Madrid, 1761). Esta marcha fue usada por la infantería española y, con el tiempo, se consolidó como símbolo sonoro en los actos oficiales.
Aunque durante años se creyó que la Marcha Real fue compuesta por Federico II el Grande de Prusia y entregada al rey Carlos III como regalo diplomático, la cronología no cuadra. El viaje del conde de Aranda a Berlín fue posterior a la publicación del libro de Espinosa, lo que descarta esa teoría. Es improbable que un humilde músico de la corte intentara apropiarse de la obra de un rey compositor.
De la corte al himno nacional
La primera mención oficial como música exclusiva de homenaje a los reyes aparece en una real orden de 1853, que establece que sólo debe tocarse "la antigua marcha española, vulgarmente conocida como la granadera". Desde entonces, fue usada con regularidad en actos oficiales y consolidada como himno nacional.
Ya en el siglo XX, Bartolomé Pérez Casas, director de la Banda del Real Cuerpo de Guardia de los Alabarderos, fue el encargado de realizar una versión orquestada oficial en 1907 por encargo del rey Alfonso XIII. En 1997 y 1998, se aprobaron nuevas versiones armonizadas y revisadas por el músico militar Francisco Grau Vergara, adaptadas al formato moderno.
¿Y la letra?
Varios gobiernos y regímenes han intentado dotar al himno de una letra. Durante la dictadura de Franco, se propuso una escrita por el poeta gaditano José María Pemán, pero nunca se llegó a oficializar. El debate sobre si el himno debería tener letra sigue vigente, pero a día de hoy, la Marcha Real continúa siendo instrumental.
